Mucha gente podrá sentirse identificada conmigo si hablo de la sensación de sentirse desnudo al acabar una carrera o unos estudios concretos. «¿Estoy realmente preparado?» «¿Soy lo suficientemente bueno en mi trabajo?» «¿Y si no valgo?» Estas preguntan rondaban por mi cabeza como la canción del verano en una emisora de radio: una y otra vez y sin descanso. Hasta que decidí bajarles el volumen y empezar a desplegar las alas con las que empezaría a volar en mi carrera profesional.
Inicios… ¿reto u oportunidad?
Llegué a Madein:media con una mochila cargada de nervios e inseguridades. Aún recuerdo la noche anterior a mi primer día… ¡casi no pegué ojo! Escogí un outfit que me hiciera sentir seguro de mí mismo y puse en replay la banda sonora de Mulán todo el camino en bus. Sí, ya sabéis, esa que dice: «con valor seré más raudo que un río bravo, tendré la fuerza de un gran tifón…»
Y es que si algo superaba la intranquilidad que invadía mi cuerpo por aquel entonces era la ilusión y las ganas con las que afrontaba este nuevo comienzo en mi vida.
Mi primer día llegó a su fin, y desde ese momento supe que había escogido bien. Pasaron días, semanas… Y empecé a sentirme parte, cada vez más, de esta pequeña familia.
Sin embargo, me sentía muy pequeñito con respecto a mis compañeros. Y no en edad, que también, sino a nivel profesional. ¡Pero esto es más que normal! Es lo que pasa cuando acabas de salir del cascarón y te rodeas de personas que llevan años ejerciendo una profesión.
Solía martirizarme con ello, quería estar a la altura, hasta que entendí que ya lo estaba, pero a la altura que me correspondía en las circunstancias en las que me encontraba en ese momento de mi vida. Fue entonces cuando dejé de percibirlo como una amenaza y empecé a verlo como una oportunidad para aprender, formarme y crecer profesionalmente.
¿Por qué es importante trabajar rodeado de buenos profesionales?
Cada empresa es un mundo, esto es así. Dependiendo de con quien hables encontrarás experiencias completamente distintas. Sin embargo, algo que debería ser común en todas ellas es encontrarse con un equipo profesional, cualificado, empático, proactivo, respetuoso y dispuesto a ayudar en todo.
Y es que la formación interna puede ser tan útil como aquel curso externo de 200€ que pagaste en los años de universidad.
Todo profesional lleva a sus espaldas una mochila de conocimientos que ha ido adquiriendo a lo largo de los años. Compartirlos no solamente favorece a la persona receptora, sino que además ayuda a la sinergia en el equipo y, en consecuencia, a un entendimiento global del trabajo realizado. Que cada miembro del equipo comprenda todos los ángulos de un proyecto es vital para conseguir la excelencia en resultados.
Volviendo a mi experiencia personal, siento cómo mi mochila se va llenando diariamente un poquito más. Me sigo formando académicamente, de manera autodidacta y, por supuesto, en Madein:media.
Aprendo de todos y cada uno de mis compañeros. Todos me aportan algo, académicamente y personalmente. Yo sigo sintiéndome pequeñito, pero me voy haciendo grande.
Estoy empezando a volar. No sé qué me deparará el futuro, pero si algo he aprendido es que los pequeños esfuerzos se convierten en grandes triunfos, que la confianza en uno mismo se consigue alcanzando pequeños retos comprendiendo que no somos máquinas perfectas y que un gran profesional comienza su camino rodeado de grandes profesionales. Y yo tengo mucha suerte.